Cómo elegir el desodorante ideal

Solemos incorporar productos dermocosméticos adquiridos en la farmacia a nuestra rutina de cuidado, pero a la hora de elegir el desodorante solo valoramos que el perfume sea agradable. Veamos por qué es importante elegir el desodorante más adecuado para nuestra piel.

La piel sufre en verano. Las radiaciones solares dañan nuestra piel y el calor aumenta la temperatura corporal. ¿Cómo se defiende nuestro cuerpo? Ante las radiaciones, activa unos mecanismos naturales de reparación. Frente a las altas temperaturas, se defiende con el sudor.
 
¿Por qué sudamos?
Sudamos por varias razones. La principal es para compensar el aumento de la temperatura ambiental. Las gotas de sudor ayudan a rebajar la temperatura de la piel y a mantener la temperatura corporal. Otras situaciones como el estrés, la tensión, la ansiedad… aceleran el ritmo cardíaco. Como consecuencia, la temperatura corporal aumenta y las glándulas sudoríparas producen sudor para rebajarla.

El cerebro es quien activa este mecanismo. En concreto, la señal parte del hipotálamo, que actúa como un termostato. Cuando considera que hay que bajar la temperatura, manda la señal a las glándulas sudoríparas, repartidas por toda la piel pero concentradas en zonas donde abundan los folículos pilosos como las axilas, el cuero cabelludo, la ingle y en otras zonas como las plantas de las manos y de los pies.

El sudor es un líquido incoloro y salado formado esencialmente por agua y otras sustancias, electrolitos, que constituyen el factor de hidratación natural. Además, también contiene ácido urocánico, un filtro natural que nos protege de la radiación solar.
Aunque la creencia de que el sudor tiene olor está muy generalizada, no es cierta. Lo que realmente huele es la descomposición que hacen los microorganismos de la piel.
 
¿Qué es la hiperhidrosis?
Sudar es natural, necesario, de hecho. Pero algunas personas sudan en exceso. Es lo que se conoce como hiperhidrosis.
No hay una única razón que explique este trastorno. Puede aparecer por una disminución del azúcar en la sangre, por alteraciones en el sistema nervioso o en la tiroides…

La hiperhidrosis conlleva un problema añadido: el exceso de sudoración puede llegar a afectar la vida normal de las personas que la padecen. Por eso es importante acudir a un especialista y que prescribe el tratamiento adecuado.
En la farmacia podemos adquirir antitranspirantes formulados específicamente para reducir este exceso de sudor. El principal activo indicado para lograrlo son las sales de aluminio. Uno de los mitos que circulan sobre este ingrediente es que puede causar problemas graves de salud. Sin embargo, no hay ninguna investigación seria que lo corrobore. Es uno de los numerosos bulos que circulan por Internet. El objetivo de estos antitranspirantes es, además de evitar el mal olor corporal, regular el exceso de transpiración sin bloquearla, evitando la humedad de las axilas.

Un activo que ejerce una acción secante fundamental en estos casos es el sulfato de zinc. Además, cuando seca la piel logra un efecto beneficioso colateral: evita la proliferación bacteriana, causante del mal olor corporal.
 
Desodorantes respetuosos con la piel
Para el resto de personas que no sufren de hiperhidrosis, no es necesario recurrir a un antitranspirante, aunque por supuesto cualquiera puede usarlo a diario.
Un desodorante dermatológico debe ser respetuoso con la piel, incluso con las más sensibles. Su formulación debe contener activos que respeten la fisiología cutánea, que actúen durante varias horas y que, además, proporcionen suavidad a la piel y no la engrasen.

Este tipo de productos suele contener activos como el aloe vera (hidratante, calmante y antiinflamatorio), la camomila (antiséptico y antiinflamatorio) y el almidón de arroz, absorbente que prolonga la actividad de los otros principios activos, como el sulfato de zinc.

Estos son los criterios que deberían influir en la decisión de compra de un desodorante, más allá de su perfume.